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🌿 Dejarlo todo… para volver al origen

🌿 Dejarlo todo… para volver al origen

En este mismo blog, donde se explica un poco de historia de Ksumai, hay una frase breve, casi escondida entre líneas. Esta frase nos invita a reflexionar sobre la importancia de entender de dónde venimos y cómo nuestras raíces influyen en nuestro presente. La conexión con nuestras tradiciones y ancestros a menudo se convierte en un motor de inspiración para quienes buscan un propósito en la vida.

Esta decisión fue un verdadero acto de valentía para poder volver al origen de mis raíces y experiencias. En el mundo actual, donde todo avanza a gran velocidad y las prioridades cambian constantemente, este tipo de decisiones nos recuerdan la importancia de regresar a nuestros fundamentos y valores. Es un llamado a la introspección y a la búsqueda de autenticidad, cualidades que pueden ser cruciales en nuestro viaje personal.

“Rafael y Núria, en 2010, dos especialistas en Medicina Tradicional China, decidieron dejarlo todo y emprender un viaje a África.” Esta decisión no solo simboliza un cambio físico, sino también un cambio de mentalidad. Al dejar atrás su vida cómoda en España, elegimos enfrentar lo desconocido, una experiencia que puede ser transformadora y reveladora para cualquier persona dispuesta a dar ese paso.

Se dice rápido, ¿verdad? Pero hoy quiero detenerme en esas palabras: “dejarlo todo”. Porque dejarlo todo… fue realmente dejarlo todo. Este acto de desapego no es fácil. Implica soltar vínculos, renunciar a la seguridad y abrirse a nuevas experiencias. Es un proceso que puede ser doloroso, pero esencial para el crecimiento personal. Cada uno de nosotros tiene su propio ‘todo’ que dejar atrás, y lo que significa puede variar de una persona a otra.

Significa dejar atrás a los hijos, los amigos, los padres, la familia, tu tierra, el aire que conoces, las costumbres que te sostienen, los alimentos que te nutren y hasta esa zona de confort que uno cree eterna. Es un acto de renuncia que puede llevar a la soledad y a la nostalgia, pero también a la libertad y a la posibilidad de nuevas conexiones. En este camino, uno puede encontrarse con personas y culturas que enriquecen su propia vida y le brindan nuevas perspectivas sobre la existencia.

En 2010 dejé España para vivir en África. Y allí estuve 10 años. Diez años de calor, de risas, de lágrimas, de aprendizaje y de entrega. Diez años compartiendo vida, enseñando medicina china, aprendiendo de la sencillez, del agradecimiento, del valor de cada día. Durante este tiempo, pude observar cómo la vida es diferente en cada rincón del mundo, y cómo los valores universales de amor y solidaridad prevalecen, sin importar las diferencias culturales. África me dio más de lo que yo podía imaginar: me dio humildad, me dio alma, me dio propósito. Esta transformación personal fue el resultado de un viaje profundo hacia el interior y hacia el exterior, donde el sentido de comunidad y pertenencia se convirtieron en pilares fundamentales de mi nueva vida.

Hoy, paseando por los bosques de Girona con mis perros —que, curiosamente, viven mejor alimentados que muchos niños que conocí allí—, comprendí de nuevo por qué fundé Ksumai. La fundación de Ksumai fue más que un proyecto; fue un acto de amor hacia las comunidades que conocí en África. Cada día recordaba las sonrisas de aquellos niños y el deseo de contribuir a su bienestar. En la naturaleza de Girona, rodeado de paz y belleza, me di cuenta de que mi misión era tender puentes entre mundos, llevando los aprendizajes de África a un público más amplio.

Ksumai nació de esa herida y de esa esperanza. Nació para continuar lo que empecé en Senegal: apoyar proyectos humanos como el orfanato, la escuela, las comunidades que cultivaban y elaboraban aceite de moringa. Cada uno de estos proyectos representa una historia de resiliencia y esfuerzo. Nació para seguir contribuyendo al bienestar de las personas, aquí y allá. En cada acción, en cada producto que ofrecemos, se refleja un compromiso con el desarrollo sostenible y el respeto por el entorno. Para tender un puente entre dos mundos. Para ofrecer salud, belleza y equilibrio con productos que respetan la tierra y el cuerpo. A través de Ksumai, he podido ver cómo pequeñas acciones pueden generar un impacto significativo, y cómo la solidaridad puede cambiar vidas. Para recordarnos que todos, en algún momento, necesitamos una mano amiga y un poco de esperanza. Esta conexión es lo que nos une y nos hace más fuertes.

Por eso, cuando usas un aceite, o un complemento de Ksumai, no estás comprando un producto: Estás participando en una historia viva. Cada producto es el resultado de esfuerzo, amor y dedicación. Estás participando en una historia de transformación, de regreso a las raíces, de amor por la vida. Lo que consumimos tiene un impacto, y Ksumai se esfuerza por hacer de ese impacto uno positivo, tanto para el consumidor como para las comunidades que apoyamos. A través de esta colaboración, se construye un futuro más esperanzador.

Gracias por ser parte de este viaje. Porque sin ti, Ksumai no tendría sentido. Tu apoyo y tu compromiso son esenciales para continuar este camino. Juntos, podemos inspirar cambios, crear conciencia y construir un futuro en el que el bienestar de todos sea una prioridad. Este viaje es un viaje hacia el volver al origen, donde la conexión con nuestras raíces nos guía hacia un futuro más brillante.

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